Ricardo Marín Ruiz (2011): Tres visiones de España durante la guerra civil. L´espoir, Homage to Catalonia y For Whom the Bell Tolls. Murcia: Nausicaa. 385 pp. ISBN: 978-84-96633-67-4.

 

Tradicionalmente, y siempre a tenor de variables de muy diversa índole –políticas, económicas, sociales, estéticas, etc.–, España ha concitado el interés de la mirada foránea ya sea para criticar el despotismo de sus gobernantes, el atraso material o ciertas cualidades de sus habitantes, como su individualismo, su orgullo o su indisciplina, o bien, por el contrario, para dejarse seducir por el exotismo que impregnaba muchos rincones del país y resaltar la nobleza y la sencillez de sus gentes. Buena parte de los escritores que recorrieron la Península en unos tiempos en los que tal empresa suponía adentrarse en un territorio casi desconocido por completo, donde la más singular aventura aguardaba al viajero en los lugares más insospechados, difundieron una imagen de España más abonada al prejuicio y la imaginación que a la propia realidad.

Ricardo Marín Ruiz, profesor de Lengua Inglesa de la Universidad de Castilla-La Mancha, sigue en esta monografía el rastro de aquellos estereotipos que, especialmente desde la denominada Leyenda Negra, han pervivido en el imaginario colectivo europeo y norteamericano hasta pleno siglo XX. Tal y como reza su título, el estudio se ciñe a un contexto espacial y cronológico preciso. De este modo, a través de la visión que tres autores, como son el británico George Orwell, el americano Ernest Hemingway y el francés André Malraux, ofrecen en sus obras escritas a raíz de sus estancias en España durante la guerra civil, se muestra cómo, si bien en ocasiones las imágenes que proyectan parten de sus contacto directo con la realidad española del momento, en muchas otras se hallan aún bajo el influjo de los estereotipos forjados por sus antepasados. Asimismo, la elección de la guerra civil (1936-1939) como marco cronológico de referencia obedece principalmente a dos causas: en primer lugar, a su consideración como la última contienda romántica, en la que muchos escritores foráneos, a menudo contagiados por la visión exótica y pintoresca de España, vieron la posibilidad de asistir, y en ocasiones de participar, en una enconada lucha por la libertad, emulando así a aquellos antecesores suyos que habían combatido en la guerra de Independencia (1808-1814). En segundo lugar, la condición de la guerra civil como un conflicto que suscitó la atención de la comunidad internacional, propiciando así la llegada de numerosos voluntarios extranjeros, constituye un momento histórico idóneo para observar cómo, en pleno siglo XX, muchos de ellos seguían viendo España desde unos clichés propios de tiempos pasados.

Tres visiones de España durante la guerra civil se estructura en dos partes. La primera de ellas, de carácter introductorio, abarca los cuatro primeros capítulos, en los que se enmarca el trabajo dentro del contexto metodológico de la imagología, disciplina comparatista que aborda la representación del Otro –capítulo 1– y se ofrece una revisión de los conceptos de “imagen”, “mito” y “estereotipo” –capítulo 2. Asimismo, el autor realiza un recorrido por la evolución que la imagen de España ha seguido en Francia, Inglaterra y Estados Unidos desde el siglo XVI hasta el estallido de la guerra civil –capítulo 3. A continuación, en los dos capítulos que cierran esta primera parte, se sitúa al lector en el contexto de la vida cotidiana durante el primer año de la contienda (1936-1937), momento en el que se sitúan las obras analizadas, y se aborda el impacto que la guerra tuvo sobre la intelectualidad europea y norteamericana. La segunda parte del estudio, que abarca los tres últimos capítulos, abarca el asunto central de la monografía, como es el análisis de las visiones de la España en guerra que Malraux, Orwell y Hemingway reflejan en L´espoir, Homage to Catalonia y For Whom the Bell Tolls respectivamente.

Si bien, a primera vista, los capítulos introductorios ocupan un número excesivo de páginas y parecen no guardar una relación clara entre ellos, una lectura atenta de los mismos descarta cualquier atisbo de gratuidad y falta de conexión en su inclusión en la estructura del libro. De este modo, la pertinencia del capítulo 1, titulado “La escritura y la mirada del Otro: una aproximación a los estudios imagológicos”, se halla totalmente justificada, al ser éste un estudio en el que se aborda la representación literaria de la alteridad, identificada, en este caso, con una cultura ajena. En este primer apartado, el autor no sólo revisa la situación actual de los estudios imagológicos, sino que, además, aborda, sin apartarse en exceso de la línea argumentativa central del estudio, la evolución seguida por esta rama del comparatismo desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, insistiendo especialmente en la renovación metodológica que esta disciplina experimentó a partir de las aportaciones de Guyard y, más tarde, de Dyserinck y Pageaux, especialista este último en cuya metodología se basa el autor para llevar a cabo el análisis de las visiones de Malraux, Orwell y Hemingway, como puede observarse, por ejemplo, en la concepción del texto literario no de manera aislada, sino desde los materiales culturales desde los que se ha pensado y vivido (Pageaux 1989: 135).

Una vez descrito el marco metodológico en el cual se inserta el ensayo, el autor nos invita a reflexionar en el capítulo 2, “Imagen, estereotipo y mito: hacia una delimitación terminológica”, acerca de las diferentes interpretaciones y significados de los que han sido objeto estos tres conceptos. Al tratar términos como los aquí descritos, cuyo grado de abstracción puede conducir fácilmente al equívoco, creo que es de gran importancia justificar de manera clara y objetiva, y así lo hace de manera acertada el autor, la presencia del análisis terminológico de estos conceptos en un estudio de literatura comparada, evitando así que el lector pierda el hilo conductor del ensayo. De este modo, ya en las primeras líneas del capítulo, el autor subraya la necesidad de dedicar un capítulo a establecer los elementos diferenciadores y los nexos existentes entre los conceptos citados, que no dejan de ser, en esencia, tres formas de representar al Otro. Esta delimitación terminológica pretende, en último término, “ofrecer unos elementos de valoración que permitan determinar hasta qué punto las imágenes reflejadas por los autores tratados han quedado como representaciones particulares (…), o bien, por el contrario, han persistido a lo largo del tiempo al ocultarse bajo el armazón del mito o del estereotipo” (39). Al final del capítulo, y tras efectuar una revisión sintética, pero a la vez completa, de los distintos significados atribuidos a la imagen, el estereotipo y el mito, el autor logra plasmar su interpretación personal de estos tres conceptos, algo que no resulta sencillo a tenor de la volubilidad de sus significaciones, especialmente en el caso del mito, del que el autor afirma que es prácticamente imposible ofrecer una definición única, aunque no por ello deja de establecer una delimitación terminológica clara respecto a la imagen y al estereotipo, haciendo referencia a intentos de conceptualización como los llevados a cabo por Mircea Eliade, quien lo define como “el relato de una creación” (Eliade 1968: 18-19), y Carl Jung, que concibe el mito como imagen simbólica del inconsciente colectivo (Jung 1997: 94), sin olvidar el intento de sistematización en el estudio del mito propuesto por Gilbert Durand (Durand 1993: 341-342).

En el capítulo 3, titulado “España bajo la mirada francesa y anglosajona: un recorrido histórico desde el siglo XVI hasta el estallido de la guerra civil”, se muestra, de una manera atractiva a la vez que rigurosa, la evolución seguida por las distintas representaciones que escritores franceses, ingleses y norteamericanos ofrecieron de España desde el surgimiento de la “Leyenda Negra” hasta la guerra civil. Uno de los aspectos más llamativos de este recorrido histórico es el significativo número de testimonios y su diversidad, tanto en lo que se refiere a la tipología textual –cartas, memorias, novelas, etc.–, como a su autoría, al pertenecer a literatos, políticos, tratadistas, etc., evidenciándose de este modo un concienzudo y laborioso trabajo de documentación. Asimismo, y como es habitual a lo largo de la obra, el autor nos introduce en la lectura del capítulo justificando en pocas líneas su existencia dentro de la estructura del libro; en este caso, el estudio diacrónico de las visiones antes mencionadas obedece al hecho de que, si se pretende conocer de manera exhaustiva el significado imagológico de las obras objeto de estudio, “es necesario considerar aquellas imágenes relativas a nuestro país que han perdurado en los imaginarios tanto europeo –francés y británico especialmente– como norteamericano…” (71-72), resultando de este modo más fácil determinar el peso que en las imágenes ofrecidas por Malraux, Orwell y Hemingway tienen las representaciones proyectadas por sus antepasados. Las conclusiones que cierran el capítulo resultan bastante esclarecedoras; en ellas puede apreciarse cómo existen para el autor dos períodos históricos clave en la evolución de la visión que se ha tenido de España tanto en Europa como en Estados Unidos; el primero es el comprendido entre los siglos XVI y XVII, cuando Francia e Inglaterra recurren al libelo propagandístico para intentar desgastar el poder político, económico y militar del Imperio de los Austria. El segundo de ellos coincide con la primera mitad del siglo XIX, momento en el que se forja la imagen de un país exótico, anclado en tradiciones milenarias, que suscita una visión favorable entre los escritores románticos (Díaz López 1995: 85). Son éstas dos épocas en las que, según el autor, se gestan una serie de estereotipos y mitos que perdurarían hasta bien entrado el siglo XX, cuando España aún no se despoja totalmente de la imagen de un país atrasado, de habitantes tan generosos como fanáticos e individualistas, gobernado por dirigentes corruptos, y situado siempre bajo la alargada sombra de personajes típicos como el torero, la gitanilla o el bandolero.

Los capítulos 4 y 5, que cierran la parte introductoria del libro, guardan una relación directa con el marco cronológico del estudio, como es la guerra civil española. Es de destacar que, en momento alguno, se aprecia intención por parte del autor de efectuar un análisis histórico ni de ofrecer valoraciones de este período que aún hoy sigue generando infructíferas controversias. Por el contrario, la lectura de estos capítulos deja bien a las claras que nos encontramos ante un estudio de Literatura comparada, en el que la Historia es una disciplina auxiliar necesaria para que el análisis literario resulte del todo completo. De este modo, si el capítulo 4, “El escenario político y social: guerra y vida cotidiana durante el primer año de contienda civil”, nos ubica en el escenario sociohistórico es para conocer una serie de factores y circunstancias que influyen en la representaciones literarias legadas por los autores objeto de estudio, al igual que para “determinar en qué medida la imagen analizada se ajusta a la realidad del país durante la guerra o, si bien, se aleja de ella” (131). Por su parte, el capítulo quinto, “El impacto de la  guerra civil en la intelectualidad europea y norteamericana”, el autor muestra hasta qué punto la contienda sacudió las conciencias de la clase intelectual europea –particularmente inglesa y francesa– y estadounidense, de modo que el compromiso y apoyo que Malraux, Orwell y Hemingway prestaron a la República no constituyeron casos aislados, sino que fueron tan sólo algunos de los numerosos intelectuales extranjeros que se implicaron, de muy diversas maneras, en la defensa de la causa republicana en un conflicto que, en palabras de Stephen Spender, fue el peor de los acontecidos en Europa hasta la fecha (Sutherland 2004: 192).

Los tres últimos capítulos del libro están de dedicados al análisis imagológico de L´espoir, Homage to Catalonia y For Whom the Bell Tolls. Uno de los aspectos más destacables de esta parte final de la obra es el hecho de que el autor no se ciñe a unas pautas analíticas rígidas, ni se entrega a disquisiciones teóricas acerca de cuestiones metodológicas, sino que se centra única y exclusivamente en aquellos elementos de las obras en los que se reflejan las visiones aportadas por sus respectivos autores como son, entre otros, la estructura, personajes, las coordenadas espacial y temporal, etc. Si a ello le añadimos la utilización de un estilo claro y conciso, el resultado es un análisis que, además de tener un interés científico para el lector especializado, posee al mismo tiempo un carácter divulgativo que lo hace realmente atractivo para el público en general. La misma vocación de objetividad y claridad apreciable al comienzo del libro continúa presente en las conclusiones finales que, en unas pocas páginas, exponen cuáles son las principales directrices que siguen cada una de las imágenes aportadas por Malraux, Orwell y Hemingway; es de resaltar en este apartado final del libro la capacidad del autor para extraer de cada una de las visiones analizadas aquellos aspectos deudores de los estereotipos y mitos del pasado, y aquellos otros que nacen de la experiencia personal; ésta es, en definitiva, la esencia y el cometido último de una obra que, personalmente, pienso que contribuye a dar a conocer un poco más una disciplina comparatista, la imagología, que, pese a arrancar en el siglo XIX, es hoy en día relativamente poco conocida.

En conclusión, nos encontramos ante una obra donde se articulan y conjugan perfectamente la vocación de llegar a destinatarios especializados y aquella otra de ser un texto que suscite el interés del gran público; desde mi punto de vista, el tratamiento de la guerra civil – que actualmente continúa alentando numerosos debates en los círculos políticos e intelectuales españoles– y la selección de tres autores cuyas obras representan tres grandes hitos en la narrativa del siglo pasado son, desde mi punto de vista, una acertada estrategia para captar la atención del lector no especializado. Asimismo, la utilización de un lenguaje conciso, claro y alejado de una terminología compleja y abstracta, sin por ello dejar de ser un texto carente de rigor científico, ayuda a acentuar el carácter divulgativo de esta obra. Finalmente, deseo destacar que, si bien los capítulos que se incluyen antes de abordar el asunto central de la monografía –el estudio de las imágenes de España durante la contienda civil reflejadas por Malraux, Orwell y Hemingway en sus respectivas obras– ofrecen a primera vista una disposición un tanto caótica y desestructurada, una lectura atenta de los mismos justifica su razón de ser y clarifica los nexos que los unen, que son principalmente dos: el concepto de imagen y la contextualización histórica de un análisis imagológico del que se desprende la llamativa, aunque al tiempo inquietante, consecuencia de que el conocimiento directo de la realidad española no era óbice, en pleno siglo XX, para que continuara siendo vista por medio de unas categorías heredadas del pasado.

 

                                            Obras citadas

Díaz López, Juan Antonio 1995: ‘Modelos literarios y estéticos de los viajeros románticos ingleses. De la teoría a la praxis”. Eva Galán; Carmen Navarro; Purificación de la Torre, eds. La imagen romántica del legado andalusí. Barcelona: Lunwerg.

Durand, Gilbert 1993: De la mitocrítica al mitoanálisis. Barcelona: Anthropos.

Eliade, Mircea 1974: Imágenes y símbolos. Madrid: Taurus.

Jung, Carl 1997: El hombre y sus símbolos. Barcelona: Biblioteca Universal Contemporánea.

Pageaux, Daniel-Henri 1989: ‘De l´imagerie à l´imaginaire’. Pierre Brunel; Yves Chevrel, eds. Précis de Littérature Comparée. Paris: PUF. 133-161.

Sutherland, John 2004: Stephen Spender. The Authorized Biography. London: Viking.




 

 

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